Además dirige la escuelita de fútbol barrial

“Desde noviembre no recibimos ningún tipo de ayuda; la situación da mucha impotencia”

César “Caregua” López, referente social ineludible del populoso barrio San Jorge, debió cerrar el merendero debido a los ajustes y los recortes que llegaron con el cambio de gobierno nacional.
miércoles 08 de mayo de 2024 | 10:00hs.

El hambre no espera. Y César Oscar López, más conocido como Caregua, es palabra autorizada a la hora de explicar el impacto negativo que están teniendo las medidas gubernamentales en las mesas barriales.

Referente social ineludible del barrio San Jorge, de Posadas, Caregua vivió con angustia y tristeza el cierre obligado del merendero que tenía a su cargo y que daba de comer a más de 50 chicos de entre 4 y 16 años.

Los recortes que llegaron inmediatamente con el cambio de gobierno nacional golpearon en cada rincón del país y el populoso barrio San Jorge no fue la excepción.

Ahí, donde debería haber presencia del Estado, están las organizaciones sociales. Y Caregua es un pilar fundamental de la ONG Caras Sucias, una organización al servicio de grandes y chicos de los barrios carenciados ubicados en la periferia de la capital misionera, que adoptaron a la entidad como una expresión comunitaria esencial para el mejoramiento social y deportivo.

Es importante destacar la enorme labor que realizan estas organizaciones sociocomunitarias en momentos de crisis, llegando a sectores vulnerables donde debería estar el Estado. Precisamente a través de ellas cientos de pibes y pibas pueden acceder a comidas diarias. O al menos podían.

Es el caso del merendero del barrio San Jorge –como casi todos los del país–, que desde diciembre pasado, con el cambio de gobierno, sufrió en carne propia el recorte nacional. Ya no hay envíos, no mandan mercaderías. Nada de nada.

 ¿Cuándo les comunicaron que no les iban a mandar más mercadería?

Desde diciembre ya nos decían que nos iban a recortar, que con el cambio de gobierno las cosas iban a estar más difíciles. Fue duro cuando nos comunicaron que nos cortaban los víveres del merendero, cuesta comunicarle algo así a los chicos, en realidad a los padres, pero tuve que hacerlo, primero en el grupo de WhatsApp de los padres y después casa por casa; decirle a cada padre y madre que por un tiempo no nos van a solventar más te da mucha impotencia.

¿Cuándo recibieron mercadería por última vez?

En noviembre fue la última entrega de mercadería, desde entonces no recibimos ningún tipo de ayuda. En los últimos días la encargada de darnos la mercadería ya ni siquiera contestaba los mensajes, se desligó de nosotros. De todas maneras nosotros no nos resignamos, seguimos golpeando puertas y presentando notas.

¿Cuándo comenzaste a involucrarte con la cuestión social de los más chicos?

Yo viví una situación personal que me obligó a estar más cerca de los chicos. Fue cuando falleció mi señora y tuve que quedarme a cargo de mis cuatro hijos, dos más grandes y dos chiquitos; en ese entonces la empresa en la que trabajaba me había cesanteado, a fines de noviembre de 2011, y no quise volver a trabajar para no exponer a mis hijos a que estén mucho tiempo en la calle. Entonces me compré algunas herramientas y me dediqué a hacer trabajos de herrería en casa, reparar sillas, mesas, portones; en esa época vos hacías un portón grande y te podías solventar, además el hecho de trabajar en tu casa te permite manejar tus tiempos y estar siempre cerca de los hijos, que era lo que yo quería.

¿Ahí surgió la posibilidad de sumarte a la ONG Caras Sucias?

En esa época Cristian Cañete, fundador de la ONG, me invitó a que me sume a Caras Sucias, trabajamos juntos mucho tiempo, después conseguimos mercaderías para los merenderos y empezamos a realizar un trabajo social, primero llevábamos a los barrios alimentos como leche, azúcar, harina… y en la escuelita de fútbol siempre teníamos entre 6 y 7 merenderos. Desarrollo Social nos brindaba ayuda, hicimos un merendero conjunto en A 3-2, A4, Las Vertientes, Cocomarola Oeste, San Jorge… En el caso de San Jorge, el merendero funcionaba en mi casa, los chicos salían del entrenamiento y se iban a casa a merendar. Mi casa es precaria, pero la familia siempre colaboró para hacer la merienda, que era sólo dos veces por semana... nos traían los recursos, leche, cereales, azúcar, y nosotros dividíamos todo entre la cantidad de merenderos que teníamos.

¿Cuándo comenzó a funcionar el merendero?

El merendero comenzó hace al menos diez años. Nosotros tratamos de ayudar no sólo a los chicos que son parte del torneo de la ONG Caras Sucias, sino también tratábamos de atender las necesidades que había en los barrios más vulnerables. Hubo mucho tiempo en el que se conseguía ropa, zapatillas y los chicos también tenían esas posibilidades. En tiempos de pandemia también funcionaba el merendero, pero en esa época nos prohibieron que tengamos en casa; los chicos pasaban y retiraban la leche, la galleta o incluso la chipa cuando hacíamos.

¿Cómo se da la integración entre los chicos?

Nosotros siempre tratamos de incluir a los chicos de otros barrios, entendemos la importancia de integrar a los chicos y el merendero siempre muy importante en ese sentido; a veces hay algunos chicos que no tienen necesidades, pero quieren integrarse y no los podemos excluir. El merendero siempre apunta a brindar algún tipo de ayuda a los más chicos, que son nuestra prioridad. Hubo un tiempo en el que también hicimos una escuelita de apoyo, conseguimos útiles, lápices, hojas, cuadernitos y también se sumaban los vecinitos del barrio, lo que buscamos es ser igualitarios con todos, más allá de que algunos tienen más necesidades que otros.

¿Cómo asimilan los vecinos el cierre del merendero?

La gente sabía que esto (ajustes, recortes) iba a pasar, se hablaba mucho de la campaña del miedo, por ejemplo, pero la verdadera campaña del miedo se está viviendo ahora; cuando se hablaba de campaña del miedo no era ni la mitad de lo que estamos viviendo ahora. A mí la experiencia personal me dice que cada vez que la gente habla de un cambio de gobierno, ese cambio es para peor; pasó con De la Rúa, con Macri y ahora con Milei. Acá en el barrio siempre hablamos con todos los vecinos de la situación del país, lo que proponen unos y otros candidatos, y muchos parece que jugaron en contra, pero no en contra de alguien en particular, sino en contra de sí mismo; mucha gente creyó en lo que decían los medios de comunicación, lo que se decía en la tele, en la radio, en las redes, y vos lo que tenés que ver es cómo está tu heladera, eso es lo que marca tu realidad.

¿Notás arrepentimiento?

Lastimosamente muchos confiaron en lo que decía Milei y lo votaron, incluso sabiendo lo que se venía. Es como creer que si cruzás las brasas de San Juan no te vas a quemar, pero vos sabés que te vas a quemar y cruzás igual. Ahora veo una gran cantidad de gente que está arrepentida de su voto, reconoce que le mintieron y le engañaron, pero también hay algunos que dicen que hay que darle tiempo al gobierno. Pero si te caés al agua y te estás ahogando, lo que menos tenés es tiempo. A mí me da pena sobre todo por los jubilados, que ahora tienen que elegir entre comer o tomar medicamentos, es muy triste.

¿Cómo analizás la situación económica actual?

Con este gobierno me cuesta ser optimista, no hay algo, por más  pequeño que sea, que me dé alguna esperanza; estamos peor que antes, sin dudas. Y lo peor de todo es que siempre el primer fusible somos los pobres.

¿Qué opinás de los planes sociales?

El tema de los planes sociales es complejo, pero el gobierno tiene acceso a mucha tecnología y puede verificar quiénes le dan un buen uso a los planes y quiénes son oportunistas a la hora de acceder a un programa de ayuda. Hay gente malviviente, gente vaga, y me parece perfecto que no tengan acceso a los planes y ayudas, pero también hay mucha gente que realmente sí necesita, que no tiene posibilidades o le surgieron problemas a lo largo de su vida, pero que buscan prosperar y quieren crecer, a esa gente no hay que sacarle los planes, mucha de esa gente ayuda a otros, gestiona, y no puede prescindir de esa ayuda.

¿El cierre del merendero influyó también en que baje el número de chicos que van a los entrenamientos?

Por suerte no. En el barrio hay más de 40 chicos que siguen asistiendo a los entrenamientos y nuestra idea es que todos se sientan parte, que experimenten cosas nuevas, que hagan amistades, que disfruten el hecho de entrenar y también de jugar. A veces se complica un poco cuando hay que jugar en el torneo, porque en la lista son 11 titulares y cinco suplentes y van 20, 25 chicos a la cancha. Pero si algo aprendí es que el chico que va a la cancha va porque quiere jugar, así que aunque sea un ratito hay que darle la posibilidad de que juegue. Para muchos chicos jugar al menos un ratito les cambia el ánimo, algunos quizás tuvieron una mala semana en la escuela, o en la casa, y ese ratito en la cancha les cambia la vida. Los chicos tienen mil cosas en la cabeza, y esos cinco minutos en la cancha son muy importantes para mejorarles el ánimo.

Seguramente convivís con situaciones extremas...

La crisis económica no se ve sólo en el recorte de los envíos para los comedores y merenderos; también se ve en el día a día. Acá por ejemplo muchos chicos vienen a la cancha y te dicen que no tienen zapatillas para entrenar, quieren venir a jugar con las mismas zapatillas que tienen para ir a la escuela. Me dicen que la mamá no les deja usar para entrenar la misma zapatilla que llevan a la escuela. Acá no todos tienen más de un par de zapatillas. Realmente es triste escuchar eso, pero es una realidad que nos toca vivir. Hasta el año pasado también los chicos tenían la posibilidad de acceder a la escuelita de verano, los chicos iban a los clubes, a la pileta, hasta transporte se conseguía, y eso se cortó todo con el cambio de gobierno; lastimosamente cuando muere un ministerio mueren los recursos.

La ONG lleva casi 30 años desempeñando una enorme tarea social, ¿cómo se sostienen en el tiempo?

Esto se hace todo a pulmón, acá no hay plata, no es una liga lucrativa, lo único que se paga es la planilla para jugar un partido que sale $4.000, y de ahí se recauda para los árbitros, para comprar cal con la que se pintan las líneas de la cancha, para comprar redes, pelotas, para comprar la tanza con la que se corta el pasto, para la nafta de la máquina cortadora, también hay que pagar memoria y balance de la ONG, el gasto interno se banca con esa recaudación, y estamos por cumplir 28 años con Caras Sucias, lo que indica que estamos haciendo las cosas bien, tuvimos una continuidad en el tiempo y por eso la gente valora lo que hacemos y acompaña.


Qué es un merendero

Un merendero es un espacio sociocomunitario en el que se congregan chicos y chicas que necesitan o tienen la necesidad de un alimento para subsistir; para la gran mayoría que asisten al merendero se trata del único alimento del día.
El objetivo, además de cumplir el rol primero de servir alimentos, es generar un espacio donde se generan vínculos muy fuertes de confraternidad, solidaridad y empatía. Lugar donde se ve al otro en el mismo barrio que está atravesando la misma situación.
Un merendero es un espacio

casi sagrado, donde el que llega sabe que tiene que saludar y ser respetuoso con el compañero y la compañera. La solidaridad ayuda a comprender que por un rato todos conforman una misma familia y la acción de gracias es obligatoria. La asistencia es gratuita y los recursos son compartidos con la ayuda que proviene del Estado y la ayuda comunitaria que consisten en donaciones de vecinos y particulares.

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