Como lobos

Martes 30 de septiembre de 2014
En sus palabras alusivas a los fondos buitre, el domingo Alicia Kirchner expresó una esperanza desafortunada: "Que el hombre -dijo- no sea el lobo del hombre". Y le erró, aunque entendamos claramente qué quiso decirnos, porque quizá Alicia no conoce del todo a los lobos.
Opuestamente, cuando el etólogo vienés Konrad Lorenz recibió su Premio Nobel, cerró su discurso de agradecimiento con una frase extraña: “... y que el futuro nos encuentre como lobos”. Ante el asombro de la platea, Lorenz explicó que si bien es conocida la fama que tiene el lobo de ser un animal cruel y agresivo, cuando vemos un enfrentamiento entre lobos (pasa con los perros) se puede observar que, a diferencia de otros animales, los lobos no son tan crueles. Observando una vez atentamente la posición de dos lobos dirimiendo territorio, Lorenz notó que el hocico del lobo viejo atacaba el cuello del más joven que mantenía su cabeza apartada como ofreciendo a su enemigo la curvatura de su cuello, que es la parte más vulnerable de su cuerpo, allí donde las grandes venas pasan bajo la piel. La conclusión que sacó Lorenz de este enfrentamiento entre lobos es que nunca muerden en esta situación, no porque no lo deseen, sino porque no pueden. Se da la inhibición de la mordedura fatal por el hecho de ver al contrario en una actitud sumisa, y esta inhibición dura hasta que el contrario pierde dicha actitud. Se dice que en esta situación, el vencedor se encuentra en una posición incómoda sobre el vencido y por eso no lo acaba. También señaló que después de haber terminado el combate, el vencedor tuvo la necesidad de marcar la zona donde había tenido lugar el enfrentamiento, como si fuera su propiedad personal.
Esta particular inhibición la volvemos a encontrar en la mayoría de los animales de presa: águilas, leones o lobos, y sin embargo en algunas especies (como las sanguinarias palomas) no existe dicha inhibición porque tienen una mayor capacidad para escapar de su agresor. Que el hombre no sea entonces paloma del hombre, hubiera sonado mejor.

Aguará-í