Los pueblos que desaparecieron

Domingo 20 de abril de 2014
Hace 400 años eran los pueblos que dieron vida a lo que ahora es la región Sur de Misiones y la región Norte de Corrientes. En Apóstoles, en Concepción, San José y Santo Tomé todavía hay vestigios desparramados de lo que fueran las reducciones jesuíticas guaraníes. En San José, en Santo Tomé y en Concepción, lo que quedó abandonado tras el alejamiento de los jesuitas de aquellas construcciones fue ocupado para erigir las actuales localidades que ahora muestran un crecimiento lento pero constante.
En San José, por ejemplo, además de verse en varias casas las piedras de las reducciones como cimientos y hasta en las veredas, existe actualmente parte del casco central del pueblo jesuítico, en pleno barrio Don Bosco. Los lugareños saben de la historia y hasta aseguran que lo que son ahora las calles, antes eran túneles. El predio está como entonces. Con parte de lo que pareció ser la escalinata, con esas grandes piedras en el piso entrelazadas con la maleza y añosos árboles. Hasta parece que en determinados momentos las personas hicieron excavaciones quizás en busca de los tesoros que tanto se mencionan en los distintos documentos históricos.
En el museo provincial San Ignacio de Loyola, en San José, también se mantienen elementos guaraníes que datan del año 1700.
En Concepción de la Sierra, la plaza principal será transformada desde julio en un tributo a los jesuitas que la fundaron hace casi 400 años. Para ello, la Municipalidad emprendió el trabajo de recolectar las piezas de lo que fueron las reducciones jesuíticas de Concepción, fundadas en 1620 por el padre San Roque González y que fueron quemadas por los bandeirantes a principios de 1800.
“El 60 por ciento de las casas de Concepción están sobre lo que fueron las reducciones, y casi todas tienen base jesuítica, pero todo separado así como está no tienen valor, hay que juntarlo y revalorizarlo. Por suerte la intendencia y el pueblo empezaron a entender eso”, explica el historiador Pablo Babi, que lamenta que también ocurra la misma situación en los otros pueblos cercanos, como en el caso de San José, donde aseguran desde la Municipalidad que prácticamente todas las casas tienen cimientos con las piedras de la reducción, que se encuentra al borde de la desaparición.

La repoblación
Según explica el historiador Alfredo Poenitz, en la primera década del siglo XVII se creó la Provincia Jesuítica del Paraguay. Fueron pueblos dotados de una estructura urbana bien definida, con espacios públicos, edificios de gran porte donde se destacaba el templo y sectores de viviendas para las familias indígenas. Estos pueblos, conocidos como reducciones jesuíticas, contaron con una organización y una red de servicios que aseguraban su subsistencia y el cumplimiento de su finalidad religiosa.
De los 30 pueblos que se asentaron definitivamente alrededor de los ríos Paraná y Uruguay, 15 se hallaban en territorio hoy argentino: 11 en la actual provincia de Misiones (Candelaria, Santa Ana, Loreto, San Ignacio, Corpus, San José, Mártires, Apóstoles, Santa María, Concepción y San Javier) y 4 en Corrientes (Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé y San Carlos),  a orillas del río Uruguay.
Tras la expulsión de los jesuitas, en 1768, estos pueblos pasaron a formar la Gobernación de Misiones, que inició una difícil década de atraso económico y decadencia poblacional. Subsistieron sólo unas pocas décadas, hasta la de 1820, cuando el hambre y la fuga de su población, pero especialmente las destrucciones intencionalmente provocadas por brasileños y paraguayos durante la era artiguista, concluyeron con el abandono definitivo de los pueblos. Sólo ruinas quedaron de aquellos magníficos centros urbanos de los tiempos de la Compañía de Jesús.
Tras un largo período de olvido, los pueblos asentados donde hoy es Misiones fueron nuevamente repoblados. Ese momento, sin ninguna conexión con el anterior, se inició después de la guerra de la Triple Alianza (1865-1872). Coincidió con el proceso de reorganización nacional, la expansión de las fronteras interiores y la definición de los límites internacionales. Los antiguos pueblos jesuíticos ubicados sobre el río Paraná, destruidos en dos oportunidades por fuerzas paraguayas, en 1817 y 1821, fueron repoblados a partir de una política de colonización e inmigración propiciada desde el Gobierno nacional. Fueron creadas las colonias de Santa Ana y Candelaria sobre el Paraná, y San Javier sobre el Uruguay, en la década de 1870. Así, sobre las ruinas de las reducciones se reconstruyeron pueblos como San José, Concepción y San Javier, mensurados en 1877, y Apóstoles, en 1898, que se sumaron a las colonias creadas anteriormente sobre el Paraná. Algunas de esas colonias, como Apóstoles, fueron refundadas por inmigrantes europeos, especialmente ucranianos y polacos que se dedicaron a la agricultura y la ganadería y décadas después a la yerba mate y el té.
Explica también Poenitz que en tanto, los pueblos jesuíticos que hoy forman parte de Corrientes se dedicaron durante los tiempos de la Compañía a producir ganado, destacándose Yapeyú, que llegó a contar con más de 6.000 habitantes.
Después de la expulsión de los jesuitas se mantuvieron, aunque muy decaídos, hasta las guerras de Andresito con las fuerzas luso-brasileñas que los destruyeron totalmente en los años 1817 y 1818. Su población se dispersó y sus edificios arruinados quedaron abandonados por más de una década. La provincia de Corrientes encaró el repoblamiento de dichos sitios refundando Yapeyú en 1828, La Cruz en 1830 y Santo Tomé y San Carlos más adelante. Dejaron su condición de pueblos de indios para transformarse en pueblos de criollos, cuyo crecimiento fue lento y por mucho tiempo su desenvolvimiento tuvo un carácter marginal.

La conexión con Buenos Aires
“Es lógico que la vida cultural que se desarrollaba en las reducciones jesuíticas de Misiones esté relacionada con lo que también acontecía en esta manzana histórica de Buenos Aires, pues los jesuitas fueron los grandes precursores de ambas experiencias que forman parte de los orígenes de nuestras sociedades”, señaló a este diario la representante del Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces, la arquitecta e historiadora Karina Balice.
Aseguró incluso que “la construcción de la iglesia de San Ignacio, que fue la primera de Buenos Aires, la Procuraduría de las Misiones donde se almacenaba toda la mercadería tanto proveniente como destinada a la población de todas las reducciones, el colegio y la primera farmacia la ciudad de Buenos Aires, que fue el boticario de los jesuitas y todo el sistema de túneles que surcaban el subsuelo de esas construcciones, fue construido por mano de obra de negros y aborígenes y seguramente muchos de ellos vinieron de la zona de las reducciones jesuíticas”.
Entonces, la historiadora de Buenos Aires también refuerza la existencia de túneles en las reducciones de los jesuitas, tal como afirman en San José, donde todavía están las piedras con las que se fundó esa población hace unos 400 años.


El santo y la virgen sin cabeza
Existe un proyecto que contempla recrear lo que fue la iglesia de Concepción de la Sierra, que en su máximo esplendor llegó a tener 33 metros de ancho por 90 de largo. Para ese objetivo  llevarán a la plaza -donde estaba el templo- la imagen de la Virgen Inmaculada sin cabeza, que actualmente  descansa en un domicilio particular ubicado frente al principal paseo de la localidad.
En Concepción también   quieren rescatar el santo sin cabeza que se encuentra en Apóstoles y que tanta polémica abrió entre los dos pueblos de la zona Sur de Misiones.
Estas dos imágenes son las pocas piezas que se pudieron rescatar cuando los pueblos jesuíticos estaban en su esplendor.
Toda la plaza actual de Concepción de la Sierra está construida sobre lo que fue el patio central de las reducciones. El centro de Concepción se construyó sobre lo que fueron las enormes construcciones para las misiones jesuíticas.

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