Quedate en el molde

Domingo 20 de abril de 2014
Dice el refrán que nada es tan contagioso como el ejemplo. Y los especialistas en el área de la psicología refuerzan esa teoría popular manifestando que uno de los motivos de la crisis de valores es, justamente, la falta de ejemplo. El otro factor que influye es la imposibilidad de fomentar tolerancia a lo diferente.
“Se ve claramente la falta de ejemplo, los padres somos el reflejo de lo que van a ser nuestros niños de grande y ellos absorben todo, nuestra manera de comportarnos, comunicarnos con los demás. Si se enseña a respetar, a organizar, a valorar, si se refuerza la autoestima de manera positiva, los niños se desempeñarían mucho más seguros y con mayor respeto”, explica la psicóloga Rosana Aranchuk.
El clásico “tené modo” que solían vociferar los abuelos pareciera que perdió fuerza en estos tiempos de redes sociales. La relación con el adulto, sea padre, docente o vecino se relativiza. Eso no necesariamente debería ser negativo pero, en un punto, va en detrimento de la educación del niño, de su formación como ciudadano de esta sociedad.
Con definiciones menos científicas pero apuntando también al núcleo familiar, Marta Nacimento (49), una  abuela de Salto Encantado, comenta: “Hoy los hábitos modernos hacen que los chicos queden con las niñeras mientras las madres van a trabajar o hacen otras cosas. Las chicas cuidan algunos aspectos pero no pueden ni saben estar en todo. Los padres entonces no los corrigen y así se crían livianamente. En mi caso, que tuve que criar a tres adolescentes y chicos de 8 a 16 años, cuando quedé viuda me vi en figuritas pero no abandoné mi deber de madre-padre”.
Para el resto del mundo, en cambio, las características de la Argentina distan de lo que plantean las personas consultadas para este artículo. “La población argentina es mayoritariamente católica, cerca del 95% de la población, y de costumbres bastante conservadoras, sobre todo en lo que a temas de familia se refiere. En cuanto a la educación, etiqueta y modales, son de costumbres tradicionales, teniendo un gran respeto por las normas sociales y de comportamiento”, describe el sitio www.protocolo.org.ar.
“Muchos recordarán la frase ‘tené modo’ o ‘quedate en el molde’, frases que directamente te imponían un limite a algo que estabas haciendo mal, algo fuera de lo esperado. Buenos modales, en este caso el ‘molde’, es ser convencional, es tener criterio y los pies sobre la tierra. Se espera que la otra persona sepa normas de convivencia, como lo básico que es el saludo, el respeto y la aceptación del otro. Hoy esto cuesta mucho, justamente porque se perdió, en la mayoría de los casos, la empatía hacia el otro y la capacidad de aceptar que los demás son diferentes. Vivimos en un tiempo donde todo es ya y rápido, entonces los modales no son necesarios, velo por mis propios intereses y necesidades sin tener en cuenta al entorno”, arroja Aranchuk.
Agrega además: “La falta de buenos modales en los chicos de hoy en día se relaciona directamente con los factores familia y sociedad, donde no se instaura el respeto hacia el prójimo. En el caso de los padres,colocando la mayoría de las veces al niño como centro de atención, atendiendo sus demandas sin velar por las consecuencias negativas que puede traer eso de ser único y al resto qué. Ha cambiado la educación en casa, ya que se genera una mirada egoísta, poco tolerante y poco empática hacia los demás. Ahora la sociedad no posee los recursos para desarrollar aquello que tiene que venir desde el hogar, ante esto se encuentra desvalida, sin significación, entonces no puede hacer mucho. Así también se genera desde la sociedad la necesidad de todo ya, lo inmediato, donde no hay espacio para la espera, y en esto sí hay espacio para la impulsividad sin mediar lo convencional”.
“La falta de modales tiene que ver con la falta de límites, es decir, no enseñar lo que está bien y lo que está mal. Así también por la falta de valores éticos y morales que nacen desde la familia, el no poder fomentar la tolerancia a la frustración, y más que nada la tolerancia a lo diferente. Por otro lado, se ve claramente la falta de ejemplo, los padres somos el reflejo de lo que van a ser nuestros niños de grande...Y ellos absorben todo, nuestra manera de comportarnos, comunicarnos con los demás. Si se enseña a respetar, a organizar, a valorar, si se refuerza la autoestima de manera positiva, los niños se desempeñarían mucho más seguros y con mayor respeto”, argumenta la psicóloga.


Argentina y sus costumbres
Los argentinos están muy orgullosos de su país, de su sistema educativo y de su cultura, aunque los problemas económicos del pasado hayan dado un vuelco importante en las prioridades de muchas personas. Los argentinos son personas cultas, de hablar moderado y tono de voz melodioso.
Al igual que le ocurre a Australia, Argentina es un país muy rico culturalmente hablando, porque siempre fue un país con una población muy diversa en cuanto a sus orígenes. Si bien la mayor parte de la población tiene antepasados argentinos, no se puede dejar a un lado que entre sus habitantes hay muchas personas descendientes de muchos países europeos, como Francia, Alemania, Portugal, Rusia, Suiza, Polonia e incluso de Oriente Medio.
Los argentinos son conocidos como los “europeos de América del Sur”, por sus costumbres y modales. Hay una leyenda urbana que dice que los argentinos son italianos que hablan español y que viven como ingleses en París.
La población argentina es mayoritariamente católica, cerca del 95% de la población, y de costumbres bastante conservadoras, sobre todo en lo que a temas de familia se refiere. En cuanto a la educación, etiqueta y modales, son de costumbres tradicionales, teniendo un gran respeto por las normas sociales y de comportamiento.
Son de carácter bastante abierto, afable, de trato agradable y, en general, buenos comunicadores y con buenas habilidades sociales.

Fuente: www.protocolo.org/internacional/america


“Se les corrige hablando”
“La falta de educación y buen comportamiento social viene de la familia. Creo que es el entorno familiar el principal responsable de que un chico crezca educado y respetuoso de su entorno, no tanto la escuela. Somos los padres quienes debemos ocuparnos de eso, encontrarle la vuelta para no abandonar a los chicos”. La frase es de Marta Nacimento, una señora que a sus jóvenes 49 años es abuela y vive en Salto Encantado. Luego de la muerte de su esposo debió lidiar sola con la educación de su gurisada.
“En mi caso, que tuve que criar a 3 adolescentes y chicos de 8 a 16 años cuando quedé viuda, me vi en figuritas, pero no abandoné mi deber de madre-padre. Eso sí, tampoco hay que pegarles para corregirles, hay que hablar. Comparemos hoy a chicos que se crían con castigos y sanciones físicas y los que sólo son educados conversando. Verá que se comportan mejor los que crecieron en el diálogo, con la verdad. En mi caso, siempre les conté a los míos los problemas que sufríamos en casa, siempre les hablé de cómo hay que ser en la calle, en la escuela, con los vecinos, con los amigos, con los ancianos. Y así crecieron”, comenta la mujer.
“Había participación en la familia. Hoy los padres modernos no hablan con sus chicos. Y al no haber ejemplos ni charlas, ellos se descontrolan, saltan ante cualquier observación, se muestran irrespetuosos, irresponsables. Un ejemplo: esta semana, en el colegio al que van mis nietos, la maestra les dijo a sus alumnos que retiran de las calificaciones el ‘10 felicitado’ porque todos son maleducados. Los maestros vuelven enfermos a sus casas. Perdieron el respeto y la autoridad de otras épocas”, se lamenta Doña Nacimiento.
“Me duelen mucho estos cambios nocivos. De chico lo estamos educando a Lisandro (4) yo intervengo ayudando a mi hija para que el sea un buen ciudadano. Él viene contagiado de palabras groseras que oye en el colegio, pero hablando mucho y bien va diferenciando lo bueno de lo malo. Me parece que no es imposible; hay que ocuparse”, sentencia la abuela que se enorgullece de ayudar en la formación de su nieto.