Dante Gabriel Rossetti no es un nombre que nos suene inglés pero efectivamente el artista nació en Londres en 1828. Y si nos resulta algo itálico es porque su padre sí era italiano y además ferviente admirador del Dante Alighieri, de allí el confuso origen.
Dante fue al principio poeta, pero luego algo desencantado con su producción se dedicó a la pintura en la que logró buenos cuadros. Se casó con una mujer enferma, a la que muy rápido ya engañaba con su amante, una pelirroja voluptuosa que le servía de modelo y que aún puede reconocérsela en sus famosos óleos.
Una noche, muy tarde, ya excedido de las buenas maneras, Dante Rossetti llegó a su casa y se encontró con que su mujer se había suicidado. Y arrepentido por sus actitudes de adulterio y maltrato colocó entre los brazos de la difunta su libro inédito de poesías y con él la enterraron. En adelante decayó la musa de los pinceles y Dante sólo legó a la posteridad los cuadros que hubiese pintado hasta ese día nefasto. Con el paso del tiempo Rossetti empobrecía y así fue que recibió el consejo de sus amigos íntimos que le reprochaban haberse desprendido del poemario y lo alentaban a `que quizá no sería mala idea recuperarlo del cementerio´. Una plutónica medianoche, digna de un relato de Edgar Allan Poe, el grupo de amigos se dirigió hacia la vieja tumba y comenzó a cavar hasta dar con el ataúd. Abrieron la tapa y extrajeron con cuidado el cuaderno de poesías de entre los despojos de la infortunada esposa. Se restauró el cuaderno mohoso, se lo dio a imprenta, y el libro obtuvo un éxito tal que le permitió al pintor-poeta hacerse no sólo de alguna fortuna sino, sobre todo, de cierto renombre en la literatura inglesa pues se lo ubica entre los grandes poetas de su época.