Poeta sepulturero

Miércoles 30 de julio de 2014

Dante Gabriel Rossetti no es un nombre que nos suene inglés pero efectivamente el artista nació en Londres en 1828. Y si nos resulta algo itálico es porque su padre sí era italiano y además ferviente admirador del Dante Alighieri, de allí el confuso origen.
Dante fue al principio poeta, pero luego algo desencantado con su producción se dedicó a la pintura en la que logró buenos cuadros. Se casó con una mujer enferma, a la que muy rápido ya engañaba con su amante, una pelirroja voluptuosa que le servía de modelo y que aún puede reconocérsela en sus famosos óleos.
Una noche, muy tarde, ya excedido de las buenas maneras, Dante Rossetti llegó a su casa y se encontró con que  su mujer se había suicidado. Y arrepentido por sus actitudes de adulterio y maltrato colocó entre los brazos de la difunta su libro inédito de poesías y con él la enterraron. En adelante decayó la musa de los pinceles y Dante sólo legó a la posteridad los cuadros que hubiese pintado hasta ese día nefasto. Con el paso del tiempo Rossetti empobrecía y así fue que recibió el consejo de sus amigos íntimos que le reprochaban haberse desprendido del poemario y lo alentaban a `que quizá no sería mala idea recuperarlo del cementerio´. Una plutónica medianoche, digna de un relato de Edgar Allan Poe, el grupo de amigos se dirigió hacia la vieja tumba y comenzó a cavar hasta dar con el ataúd. Abrieron la tapa y extrajeron con cuidado el cuaderno de poesías de entre los despojos de la infortunada esposa. Se restauró el cuaderno mohoso, se lo dio a imprenta, y el libro obtuvo un éxito tal que le permitió al pintor-poeta hacerse no sólo de alguna fortuna sino, sobre todo, de cierto renombre en la literatura inglesa pues se lo ubica entre los grandes poetas de su época.

La historia suena un poco macabra, pero si no hubiese sido como se las cuento, no estaríamos ahora mismo hablando de Dante Rossetti, que murió, medio loco, en 1882.

Aguará-í