El poema inconcluso

Martes 21 de octubre de 2014

Sus últimas palabras fueron “Buenos Aires, Buenos Aires”... Las repitió y expiró, tenía 51 años y en un mes cumplía 52. Pero como él mismo anunciara en su momento “si la vida me acompaña les contaré el final” quedó pendiente ese capítulo del Martín Fierro.
José Hernández murió el 21 de octubre de 1886 en su quinta de Belgrano, era nieto de abuela paraguaya (ergo, por ius sanguinis él lo era también), había nacido en Buenos Aires en 1834 y después de haber trajinado las juveniles luchas armadas, el exilio y el periodismo, legó al mundo su obra maestra a la edad de 38 años por primera vez (La Ida) y de 45, por segunda (La Vuelta).
Desde entonces se dedicó de lleno a la política. Fue diputado, senador y co fundador de la ciudad de La Plata. Erudito, poseía dos dones innatos, la memoria y la rima. Hernández - a quien apodaban Matraca por su vozarrón - era capaz de recordar una lista de 20 palabras dictadas a bocajarro de adelante para atrás y viceversa, y además, como si le fluyeran sin esfuerzo compuso sus famosos octosílabos en sextinas que si los vuelven memorizables por sustancia y entonación, también remiten, según el tono que se le imprima al verso, a cierto andar del caballo, entre el paso y el galope: quién lea el Martín Fierro en voz alta sin falsas impostaciones ni declamaciones fingidas entenderá el significado de la métrica elegida por el poeta para cantar cuestiones camperas y de reclamo social; notará también que el octosílabo cabe en una sola aspiración normal sin necesidad de jadeos y a su vez, la sextina alcanza para completar el objetivo planteado.

Es probable que nos hubiera asombrado esa tercera parte prometida, postergada y no cumplida que comenzaría a partir del final de la Vuelta cuando el gaucho, sus dos hijos y el de Cruz se lanzan a los cuatros vientos con un plan secreto y prometiéndose cambiar el nombre. Los restos de José Hernández descansan en el cementerio de la Recoleta y basta un acercamiento a su morada final para percibir su presencia inmortal.

Aguará-í