La guerra por el agua

Martes 16 de septiembre de 2014
Durante el último mes, las disputas más sangrientas de la región -masacre de Gaza y avance del Estado Islámico  en Irak- han sido analizadas en términos políticos y religiosos, pero poco se ha explicado la importancia clave del acceso al agua potable.
La toma de la represa de Mosul -en el Kurdistán iraquí- por parte de la guerrilla Estado Islámico representa un punto de superioridad estratégica para estos extremistas sunitas en su intento de establecer un califato, que abarque parte de Irak, Siria y Líbano.
Gran parte del riego del norte de Irak y del consumo de agua potable depende de esta represa, que se encuentra sobre el río Tigris.  Irak es un país carente de agua potable. Las actividades agrícolas y el consumo humano de agua potable dependen casi exclusivamente de los ríos Tigris y Éufrates, pero ambos se originan en Turquía, atraviesan Siria y llegan a Irak con un menor caudal por el aprovechamiento de los países que se encuentran río arriba.
Turquía necesita aprovechar cada vez más el agua para el proyecto del Sureste de Anatolia, que va a transportar este recurso vital a las regiones desérticas habitadas por los kurdos. De esta manera, Turquía pretende limitar la propensión hacia la independencia por parte la comunidad kurda.
Luego de varias tensiones por el aprovechamiento de los ríos, Turquía se comprometió a aportarles 500 metros cúbicos por segundo del agua del Éufrates a Siria y a Irak, pero los expertos afirman que una vez que finalice el GAP, este caudal va a ser imposible de mantener.
En la actualidad, la población de Turquía, Siria e Irak suma unos 120 millones de habitantes. Dentro de 50 años se estima que va a haber 90 millones de habitantes más, que van a necesitar más agua. Si no se cumplen los tratados o se diseñan nuevos proyectos hídricos, es posible que a Oriente Medio se lo identifique más por las luchas por el agua que por el petróleo.
En Irak, el Estado Islámico no busca controlar solamente el agua, sino el petróleo que posee el Kurdistán iraquí y enfrentarse a los poderosos chiítas que, con la ayuda de Irán, tienen el poder en el Irak post Saddam.
El ataque a Gaza va más allá de una clásica “doctrina del shock”, como han aplicado otras potencias colonialistas a lo largo de la historia reciente, dado que no se pretende sentar en ese paupérrimo territorio un plan neoliberal o privatizador.
Es importante tener en cuenta que Gaza se encuentra sobre uno de los acuíferos de agua dulce de esta desértica región. Este dato no significa que el ataque israelí a la Franja se deba al intento de control del agua potable, ya que esta reserva se encuentra sobreexplotada por los propios palestinos y en un 90% contaminada.
Pero empresas estatales israelíes extraen el agua de Gaza –desde fuera del territorio- para luego vendérsela a los palestinos que habitan allí. La explotación indebida de este acuífero provoca que ingrese el agua del mar y que se salinice.
 De acuerdo con datos de la ONU, más de la mitad del total del agua natural de Israel se origina fuera de sus fronteras: 310 millones de metros cúbicos provienen de Líbano, 375 millones de metros cúbicos de Siria y 345 millones de metros cúbicos proceden de Cisjordania.
Este territorio también alberga un importante acuífero, pero el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina parece pasivo ante el avance colonizador israelí en la región y la apropiación de las reservas de agua.
Sin embargo, el mar de Galilea conforma la reserva de agua más importante para Israel. Por eso, los Altos del Golán no sólo constituyen una meseta apta para el patrullaje militar, sino que también limitan con la costa oriental del lago Tiberíades o mar de Galilea que, además de ser el lago en el que Jesús caminó sobre su superficie, es también la mayor reserva de agua dulce de la que depende Israel para consumo doméstico y riego a través de canales de la región desértica sureña del Neguev.
En 1960, Siria y Jordania desviaron las aguas del río Baniyas, un afluente del mar de Galilea, acto provocativo que inutilizaba el Gran Acueducto Nacional, una gran obra hídrica israelí. Inmediatamente, la aviación israelí bombardeó las obras hídricas sirias, engendrando una de las causas de la Guerra de los Seis Días de 1967.
 El río Jordán es otra de las cuencas importantes que abastecen de agua a Israel, por eso una posible desviación de sus afluentes por parte de Líbano o Siria podría ser causa de un ataque de Tel Aviv.

Por Maximiliano Sbarbi Osuna
Analista político